- Mar 21, 2025
El Valor del Fracaso en las Misiones
- Gloria@ASISTE
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¿Alguna vez se ha preguntado por qué algunos proyectos misioneros prosperan mientras que otros enfrentan dificultades? He tenido el privilegio de trabajar con una de las organizaciones misioneras más grandes y antiguas del mundo, y he aprendido algo profundo: el éxito en las misiones a menudo surge del aprendizaje a través del fracaso.
Entiendo que este no es un tema favorito de discución, pero lo invito a que hablemos sobre el fracaso. No como algo que debemos temer, sino como una herramienta que Dios usa para refinarnos a nosotros y nuestras estrategias. Ya sea que esté considerando participar en las misiones transculturales, ya participe activamente en ellas o no esté seguro de si son para usted o su iglesia, esta conversación es para usted.
1. El Fracaso es un Maestro, No un Enemigo
La organización con la que trabajé ha existido por más de un siglo. Su éxito no se debe a la perfección o a tener todas las respuestas, sino a que ha cometido errores, aprendido de ellos, refinado su enfoque y seguido adelante. El fracaso se considera parte del proceso.
Como seres humanos, somos limitados. Hacemos nuestra investigación, recopilamos información y buscamos consejo, pero no somos Dios y nos equivocamos. Romanos 8:28 nos recuerda que "todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios, a los que son llamados conforme a su propósito". Aun nuestros fracasos pueden ser usados para Su gloria.
2. La Flexibilidad es Clave en la Estrategia Misionera
Cuando diseñaba estrategias de plantación de iglesias, siempre las trataba como "documentos vivos". ¿Por qué? Porque el trabajo misionero es dinámico. Tratamos con personas, nuevas culturas, ambientes políticos inestables y verdadera guerra espiritual. Debemos ser flexibles, estar listos para ajustar el rumbo y abiertos a la guía del Espíritu Santo.
Ha habido ocasiones en las que hemos tenido que abandonar un proyecto o cambiar de dirección. Es un acto que requiere madurez y humildad, pero también es una oportunidad de aprendizaje. La flexibilidad no es fracaso; es sabiduría.
3. Enfoquémonos en la Meta Correcta: Hacer Discípulos
A veces, lo que llamamos "fracaso" es simplemente una redirección de parte de Dios. Recientemente hablé con un equipo que luchaba por plantar una iglesia. Se sentían fracasados. Les pregunté: "¿Su meta es plantar una iglesia o hacer discípulos?" Después de analizarlo, nos dimos cuenta que por fijar sus ojos en la meta de “plantar una iglesia”, olvidaron hacer lo principal, discipular y entrenar a los nuevos creyentes a ser autogobernables, autosostenibles y autoreproducibles. Se enfocaron en la predicación desde un púlpito y no en el estudio bíblico participativo. Utilizaron técnicas de enseñanza difíciles de reproducir para los nuevos creyentes. Los convirtieron en creyentes que consumen y no que producen.
La Gran Comisión de Jesús es clara: "Id y haced discípulos" (Mateo 28:19). Lamentablemente, es posible plantar una iglesia sin hacer discípulos, pero por el contrario, los verdaderos discípulos de manera “normal” buscarán SER iglesia con otros discípulos. El resultado de un discipulado efectivo es precisamente el deseo de congregarse y de multiplicarse. Recordemos que, nuestra misión no se trata de edificios o programas, sino de personas.
4. La Obediencia es Mejor que la Ambición
Fundé una organización misionera en Centroamérica enfocada en recuperar la autoridad y participación responsable de la iglesia en la obra misionera. Me incomoda cuando alguien dice que esta organización "nació en el corazón de su fundador". Aunque bien intencionada, esta afirmación es incorrecta. Asociación ASISTE nació en el corazón de Dios. Mi participación en su establecimiento, desarrollo y funcionamiento es un acto de obediencia y fe.
Uno de los mayores errores que podemos cometer es basar nuestro trabajo misionero en nuestros deseos o emociones en lugar de en el llamado de Dios. Si un proyecto nace de la ambición humana, está destinado a tener muchas luchas y posibles fracasos. Pero cuando nace de la obediencia a Dios, prospera.
A lo largo de la Escritura, vemos ejemplos de personas que obedecieron a Dios, ya sea de manera renuente o dispuesta. El factor común es que la tarea se originó en el corazón de Dios, y el individuo fue sorprendido por la magnitud del llamado.
Ejemplos bíblicos:
Moisés – Éxodo 3:10-4:17
Jonás – Jonás 1-4
Gedeón – Jueces 6-7
Barac – Jueces 4:1-9
Abraham – Génesis 12:1-4; 22:1-3
Isaías – Isaías 6:8
María – Lucas 1:26-38
Pablo – Hechos 9:1-22
5. Evalúa y Aprende de Cada Experiencia
El fracaso no es el final de todo; es una oportunidad para evaluar y crecer. Así como un niño aprende a caminar con múltiples caidas, nosotros aprendemos a través de la prueba y el error. La clave está en analizar qué salió mal y cómo podemos mejorar.
En las misiones, la evaluación es crucial. Un plan bien documentado facilita la identificación de áreas para mejorar. En mi libro Los Tres Pilares de la Iglesia Misionera Eficaz, escribo lo siguiente sobre la evaluación:
“Otro paso clave, pero a menudo evitado y mal comprendido por la iglesia sobre las misiones responsables, es la evaluación adecuada. Quisiera enfatizar con antelación, que el solo hecho de que el obrero acepte con humildad, respeto y sujeción el proceso de evaluación ejecutado por su iglesia, es una prueba en sí misma. El carácter y madurez del obrero emerge en instancias de evaluación y monitoreo. Es importante tomar nota de esto. Evaluar no es solo mirar los resultados numéricos o visibles de los esfuerzos misioneros. Debido a la naturaleza espiritual e incierta del ministerio transcultural, los frutos del trabajo pueden no ser inmediatamente evidentes, y pueden variar ampliamente dependiendo del contexto y el tiempo. Los resultados finales están en manos del Espíritu Santo y la soberanía de Dios. Esto significa que no siempre veremos el impacto completo de nuestras acciones, ya que Dios trabaja de maneras misteriosas y a menudo más allá de nuestra comprensión inmediata.”
Los Tres Pilares de la Iglesia Misionera Eficaz, Pilar Estratégico
6. El Fracaso No es Pecado
Quisiera finalizar con una aclaración importante: El fracaso no es lo mismo que el pecado. Aunque el pecado puede llevar al fracaso, no todo fracaso es pecaminoso. Es simplemente parte de ser humano. Dios usa nuestros errores para enseñarnos, moldearnos y prepararnos para cosas mayores.
Algunas Reflexiones Finales…
No temas al fracaso; úsalo como un medio para el crecimiento.
Sea humilde y dispuesto la adaptación; una buena estrategia deja espacio para la guía de Dios.
Alinie tus metas con las de Dios; enfóquese en el discipulado y lo demás vendrá por añadidura.
Asegúrese de que su misión esté arraigada en el corazón de Dios, no en el suyo.
Evalúe constantemente su trabajo y aprenda de cada experiencia.
No confunda fracaso con pecado, pero recuerde que la gracia de Dios cubre a ambos.
Las misiones son un viaje con altibajos. Seamos humildes para aprender de nuestros errores y convertirnos en siervos más eficaces en la misión de Dios.
Pregunta para Reflexión: ¿Cuál es un "fracaso" en su vida o ministerio que Dios ha usado para bien? ¿Cómo puede aplicar las lecciones aprendidas en su trabajo misionero actual o futuro?
"No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos." – Gálatas 6:9