• Apr 6, 2025

Evitando Estrategias Misioneras Que Dañan

  • Gloria@ASISTE
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Hace poco, mi esposo y yo compartíamos una tarde con una joven pareja que apreciamos. Son siervos fieles, apasionados por el Señor y entregados a la obra misionera. Mientras conversábamos, sus ojos se llenaron de una mezcla de tristeza y frustración al contarnos su historia. Apenas comenzaban su ministerio, llenos de entusiasmo y convicción, cuando fueron parte de un proyecto de plantación de iglesias. Pero lo que prometía ser una oportunidad transformadora, se convirtió en una experiencia dolorosa dejándoles heridas que hasta ahora no han sanado.

La mala estrategia implementada por el misionero a cargo, no solo dejó heridas en sus corazones, sino que también afectó a las personas a las que estaban llamados a servir. Escuchar su testimonio me quebrantó profundamente como su hermana en Cristo, y como estratega, indignó mi corazón. Yo sé que una mala estrategia no solo frustra esfuerzos, sino que puede dañar el testimonio del Evangelio, obstaculizar la obra de Dios en un lugar y lastimar a muchos.

Si bien los misioneros pueden desarrollar malas estrategias en el campo misionero, lamentablemente, las malas decisiones tomadas por los pastores en las iglesias enviadoras también pueden tener desastrosas consecuencias. Recuerdo la dolorosa experiencia de una iglesia que conozco en los Estados Unidos, la cual al cambiar de pastor y prioridades decidió retirar abruptamente a los casi 50 misioneros que tenían alrededor del mundo. Hasta ahora, los daños causados siguen hiriendo a todos los involucrados.

He tenido el privilegio de plantar iglesias desde cero en contextos muy distintos, desde los Estados Unidos hasta México, y de diseñar estrategias misioneras adaptadas a esos entornos. A lo largo del camino, he aprendido lecciones valiosas que creo que pueden ayudarnos a evitar errores innecesarios. 

A continuación, quiero compartir algunos principios clave que pueden marcar la diferencia entre una obra que edifica… y una que lastima.

1. La Importancia Crucial de la Estrategia

El dicho: "Si fallas al planear, estás planeando fallar" es muy cierto en el ministerio. Jesús mismo enfatizó la importancia de calcular el costo antes de comenzar un proyecto (Lucas 14:28-30). Como líderes, es esencial que tomemos el tiempo para sentarnos, orar y planificar con sabiduría.

En mi carrera como estratega y plantadora de iglesias, cuidadosa e intencionalmente desarrollé numerosos planes y estrategias. Por supuesto, siempre buscando la dirección, creatividad y sabiduría de Dios. 

Recuerdo las críticas recibidas de otros misioneros que cuestionan el tiempo que dedico a la planificación, sugiriendo que la prioridad debe ser actuar de inmediato dirigidos por el Espíritu. Aunque entiendo que la acción es necesaria, la planificación responsable asegura que no nos estamos preparando a nosotros mismos —ni a otros— para el fracaso.

Como directora de la Asociación ASISTE, una organización misionera dedicada a trabajar con pastores y sus líderes para involucrarse en la obra misionera transcultural de manera bíblica, responsable y estratégica, he sido testigo de cómo una buena planificación estratégica conduce a ministerios saludables y sostenibles.

La falta de estrategia es dañina, pero también lo es una estrategia defectuosa. Como dice la Biblia, el hombre que quiere construir una torre debe sentarse primero y calcular el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla.

2. Evita Introducir a un “Pastor” Demasiado Pronto

En muchas culturas, especialmente aquellas con una fuerte jerarquía religiosa (como el catolicismo), los nuevos creyentes tienden a buscar una figura similar a un "sacerdote" que los guíe. Desde el principio es crucial enseñarles que ellos son el sacerdocio de los creyentes (1 Pedro 2:9), que nos pastoreamos unos a otros y que la Palabra de Dios es nuestra guía, no una sola persona.

He visto repetidamente las consecuencias negativas de introducir a un pastor demasiado pronto en una nueva congregación. Los nuevos creyentes pueden apegarse a esta figura y convertirse en “cristianos consumidores” en lugar de discípulos activos y productivos. En cambio, el enfoque debe ser el discipulado y el desarrollo de liderazgo, guiándolos para que se conviertan en los líderes que Dios quiere que sean, ayudándoles a descubrir sus dones espirituales, el llamado de Dios en sus vidas y su lugar dentro de la nueva congregación. Todo hombre y mujer deber considerarse un líder potencial.

3. El Liderazgo Compartido es Esencial

En mis estudios del modelo del Nuevo Testamento para el liderazgo en la iglesia es un esfuerzo en equipo y es lo que he practicado en todos mis proyectos de plantación de iglesias. Pablo nombró ancianos (en plural) para liderar las iglesias que él plantó (Hechos 14:23, Tito 1:5). El liderazgo compartido garantiza rendición de cuentas, diversidad de dones y un cuerpo de iglesia más saludable. Cuando observamos las nuevas iglesias que Pablo plantó, vemos que estableció ancianos o líderes que dirigían en conjunto. Rara vez vemos la palabra "pastor" en singular, sino "pastores" o "ancianos", como se usaba en el Nuevo Testamento, indicando un liderazgo compartido.

En nuevas iglesias, es especialmente importante identificar y desarrollar líderes potenciales dentro de la congregación. Anima al trabajo en equipo y ayuda a cada miembro a descubrir y usar los dones que Dios les ha dado. Cada hombre debe ser visto como un potencial líder de la iglesia, y cada mujer también. 

Para los hombres que asumirán el rol principal de pastoreo en la iglesia, es importante verlos como líderes y ayudarlos a trabajar juntos en equipo. Les comparto el siguiente documento que expande un poco este principio del Liderazgo Pastoral en el Modelo Paulino: Pluralidad, No Individualismo

4. Los Misioneros No Deben Funcionar como el Pastor

Uno de los errores más comunes y más dañinos que he visto es cuando el misionero asume el rol de pastor. Puede parecer lógico y noble al principio, pero con el tiempo, eso crea una congregación dependiente del extranjero, de su conocimiento, de sus recursos.

Pablo lo dijo claramente: “Lo que has oído de mí… encárgalo a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:2). Nuestra labor no es ser el centro de la iglesia, sino preparar a otros para que lideren en su contexto, con su cultura, y en su propio idioma.

Si ocupamos el lugar de pastor, estamos robando la oportunidad a alguien local de crecer, y estamos sembrando dependencia en lugar de multiplicación. Nuestro llamado no es ser indispensables, sino ser reemplazables. Debemos desaparecer gradualmente mientras los líderes que Dios levanta toman su lugar. 

Una práctica esencial en la misiología moderna que implemento y enseño es el desarrollo de una Estrategia de Salida. Escribiré más sobre este elemento estratégico en una futura publicación.

5. Evita Dar el 100% de Tu Conocimiento y Habilidades

Este punto puede parecer contradictorio. ¿No deberíamos darlo todo por la obra de Dios? Sí… pero con sabiduría. Como amas el ministerio, puede ser tentador el impulso de compartir todo lo que sabes y sabes hacer, pero esto puede causar la intimidación de los nuevos creyentes y desanimarlos a asumir liderazgo. En su lugar, modela un estilo de enseñanza y ministerio que sea reproducible.

He conocido muchos siervos altamente capacitados, misioneros que son excelentes predicadores y maestros, pero que no han dejado atrás un solo líder. ¿Por qué? Porque nadie podía imitarlos; hacían todo demasiado perfecto a sus ojos. Ninguno de sus discípulos podía decir: “Yo puedo enseñar como él” o “yo puedo predicar así”.

Esto es crucial: nuestro servicio y estrategias ministeriales, especialmente al comenzar iglesias, deben ser reproducibles por otros. Pablo dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1). Es importante desarrollar un estilo de enseñanza fácil de imitar.

Por eso, sugiero evitar un estilo de predicación de púlpito en estas nuevas iglesias, ya que es un modelo difícil de imitar. En su lugar, realice estudios participativos, sencillos y conversacionales, para que la gente aprenda y vea que es algo que ellos también pueden hacer. Pararse detrás de un púlpito puede generar temor en muchos. Aunque Dios ciertamente llama a algunos a esto, es algo que se aprende con el tiempo.Quizás llegará el momento en que esta nueva iglesia adopte ese tipo de enseñanza, pero es mejor comenzar con un tipo de estudio bíblico que sea fácil de emular. 

6. Evita Ser un “Hombre Orquesta”

Fui invitada a compartir en una nueva obra en Honduras que estaba siendo dirigida por un antiguo misionero. Lo que observé fue extremadamente procupante. Él procedió a hacerlo todo: Abrió en oración, dirigió la alabanza, recogió la ofrenda, dió los anuncios… y hasta limpió al final. Si yo no hubiera estado ahí, él hubiera predicado también. Su esposa y sus hijos estaban agotados, y la congregación, pasivamente consumiendo y perdiendo la oportunidad para desarrollarse.

Tuve que sentarme a hablar con él con amor y respeto, y decirle: “Hermano, esto no es sostenible. Ni para ti, ni para tu familia, ni para la iglesia.” le hablé sobre lo terrible que eso sería para él como líder, para su familia y para la iglesia que estaba comenzando. Es irresponsable que el misionero o pastor no enseñe a su congregación a servir y trabajar en conjunto. Un líder saludable forma un equipo. Enseña a servir, a asumir responsabilidad, a compartir la carga. 

El pastor no debe manejar solo las finanzas de la iglesia. Esto ha dañado a muchas iglesias y pastores. Las finanzas deben ser manejadas por un equipo. Enseña a tu congregación a servir y a trabajar juntos. Como nos recuerda Pablo, el cuerpo de Cristo está formado por muchas partes, cada una con un rol vital (1 Corintios 12:12-27). 

7. El Objetivo Principal es Hacer Discípulos, No Solo Plantar Iglesias

Todavía recuerdo la expresión en los rostros de aquellos que formaban parte de mis equipos de plantación de iglesias cuando les decía que nuestra meta no era plantar iglesias. Jesús no dijo: “Id y planten iglesias”. Dijo: “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; ” (Mateo 28:19-20).

Es posible plantar una iglesia en algún lugar del mundo y, lamentablemente, tener una iglesia sin discípulos. Pero es imposible tener verdaderos discípulos del Señor Jesucristo, que no busquen congregarse, apoyarse mutuamente, orar juntos y formar una iglesia. Por lo tanto, nuestra meta no debe ser meramente plantar una iglesia, sino hacer discípulos. Es la estrategia de Jesús.

Para medir la efectividad de su ministerio y para que una iglesia sea saludable, hay tres características importantes que deben alcanzarse: La iglesia o congregación debe ser autosostenible, autogobernable (no gobernada por el misionero, sino por ellos mismos) y autoreproducible. Si estamos haciendo bien la tarea del discipulado, tendremos un ministerio de plantación de iglesias exitoso que no cause daño.


Reflexiones Finales…

Aquí algunos puntos clave para recordar:

  • No te apresures a actuar sin una estrategia clara.

  • Discipulado primero, pastorado después.

  • Forma un equipo, no trabajes solo.

  • Capacita, no domines.

  • Enseña de manera que otros puedan imitarte.

  • Empodera a otros para servir.

  • Tu meta es el discipulado, no solo la plantación de iglesias.

Plantar iglesias es un llamado hermoso y desafiante. Siguiendo estos principios, podemos evitar daños innecesarios y edificar ministerios que honren a Dios y bendigan a Su pueblo. Esforcémonos por ser responsables, estratégicos y, sobre todo, fieles a la Gran Comisión.

Una Pregunta para Reflexionar:

¿Qué estrategias has encontrado efectivas en tu ministerio? ¡Comparte tus pensamientos y experiencias en los comentarios!

Que el Señor nos guíe mientras buscamos hacer discípulos y plantar iglesias que reflejen Su gloria y no causen daño.

Asistiendo a Obedecer,


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